Page 115 - Остров свободы в моём сердце
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Del trabajo del secretario de Estado de los EE. UU. 1973 – 1977, Asesor de
                                         seguridad nacional del presidente de los EE. UU. 1969 – 1975. G. Kissinger
                                         (Kissinger G. Diplomacy. — M.: Ladomir, 1997. — P. 469)



                                            [...] Él desafió desesperadamente a la comunidad mundial. Tenía el
                                         instinto campesino de palpar los plexos nerviosos de los países cuya
                                         ideología definió como imperialista. Khrushchov provocó la crisis
                                         del Medio Oriente, lanzó una serie de ultimátums a Berlín, alentó
                                         las guerras de liberación nacional y colocó misiles en Cuba. Pero al
                                         causarle a Occidente muchos inconvenientes, no logró ningún beneficio
                                         permanente para la Unión Soviética, ya que supo iniciar las crisis, pero no
                                         supo cómo resolverlas, y ya que, a pesar de la confusión inicial, Occidente
                                         finalmente encontró una respuesta, el resultado de las acciones agresivas
                                         de Khruschov fue un gran desperdicio de recursos soviéticos en ausencia
                                         de cualquier beneficio del plan estratégico, y una humillación asombrosa
                                         durante la Crisis de los Misiles en Cuba.

                                            Khruschov comenzó a desafiar a Occidente en aquellos lugares del
                                         escenario internacional que Stalin siempre consideró que estaban fuera
                                         de las fronteras de la esfera soviética y de los intereses estatales.




                                         Del libro

                                         (Aleksey Adzhubey “Esos diez años”. M .: “RUSIA SOVIÉTICA”, 1989 — p. 253 – 258)


                                            […] Quiero recordarles que en aquellos años aún no se había
                                         desacreditado la idea de una posible victoria en una guerra de misiles
                                         nucleares, y Mao Zedong llegó a afirmar que la pérdida de 200 – 300
                                         millones de personas para derrotar al imperialismo era bastante
                                         aceptable. [...]


                                            Cuando pasó lo peor de la crisis de los misiles en Cuba, el presidente
                                         Kennedy dijo: “No quiero que ningún sargento inicie una tercera guerra
                                         mundial”. Agregó: “Hoy, el ejército de Washington tiene una gran ventaja.
                                         Si hacemos lo que quieren que hagamos, ninguno de nosotros quedará
                                         con vida, nadie podrá decirles que se equivocaron”.













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